No es el hecho de perderte,
no es la tarde ni es el frío;
es soñar y al despertar no verte,
es el mar, el mar amargo del olvido.
No es la luna ni es el sol,
no es mi cuerpo necio y perdido;
son tus labios, tu calor,
son mis manos que acarician el vacío.
No es tu risa ni tu pelo,
no es que sueñe con tu abrigo;
son tus pechos en mi boca
y ese viaje al infinito.
No hay angustias, no hay tormentos,
no me siento derrotado;
de perderte me arrepiento,
pues de ti me he enamorado.
No me importa si no vuelves,
no te angusties por mi estado;
en mi alma no hay rencores,
¡en el alma que has quebrado!
Alma que llora y llora,
alma de un fracasado;
alma que a ti te añora,
alma de este perro desgraciado.
Sin tus brazos, sin tu aliento,
sin tu piel, sin tu cariño;
sin tu cuerpo que no encuentro
yo soy frágil como un niño.
Si mis lágrimas escurren,
si mis manos se han cansado;
si mis ojos se enrojecen,
no es mi culpa, ¡soy tu esclavo!
No es el hecho de perderte,
ni el placer de mi boca en tus senos;
es el hecho de quererte
y amar lo que nunca seremos.
No es el lecho ni es la nada,
ni tus gritos ni la calma;
no es la vida ni tu almohada,
es tu cuerpo con mi cuerpo destrozándose en la cama.
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